martes, 31 de mayo de 2016

Patrón Básico de Festejo

Patrón Básico de Festejo - pautas para su entendimiento musical 


para ver la imagen completa hacer clic al centro
Patrón básico y escritura rítmica del Festejo

El "Festejo" es el género y/o ritmo más alegre de la costa peruana, con singular canto, ritmo sincopado y bailes muy sensuales. Desde su aparición este ritmo a evolucionado de lo tradicional a lo que hoy llamamos "Fusión", es por ello que en la actualidad lo podemos escuchar en el pop y en el jazz peruano, teniendo este último gran aceptación a nivel internacional.

El festejo no esta basado en una "clave rítmica constante" como la música cubana en donde la "clave" es el principal motor de la percusión y la melodía; en el festejo, todo lo que sucede, esta basado en los golpes y el sentir del cajón, el acompañamiento de la guitarra tocados con mucha espontaneidad y comunicación y la melodía cantada. A mediados del siglo anterior se realizaron la primeras recopilaciones y grabaciones de Festejo con el afán de rescatar la tradición de la cultura negra y cuando empezó lo hicieron al compás de 6/8.

Una de las canciones de Festejo que se considera como la mas antigua es el "Congorito" o "Congorito digo yo" teniendo en el estribillo del coro un claro ejemplo de subdivisión rítmica y sentir negro del Perú.

Actualmente todos las composiciones, arreglos musicales y golpes de percusión están escritos en el compás de 12/8, posiblemente siempre lo estuvo pero en el transcurso del tiempo se fue estableciendo.

Durante las giras que he realizado tanto en el Perú como en el extranjero difundiendo la música afro peruana en conferencias y clases maestras, he podido apreciar la gran inquietud que existe entre los asistentes por conocer, entender y disfrutar el ritmo de "Festejo".

La separata ""Patrón básico de Festejo: Análisis" muestra información sobre el patrón básico y solfeo , la interpretación con acentos y la simplificación rítmica en variaciones. Este análisis también les servirá como punto de partida para el entendimiento musical de este género, basado en la conversión rítmica de un patrón básico de festejo tocado en el Cajón y la célula rítmica del estribillo de la canción popular "congorito digo yo" (parte del coro).
Patrón básico de Festejo: Análisis
Pautas:
  • Es aconsejable escuchar muy atentamente grabaciones y/o presenciar espectáculos de corte tradicional. Les sugiero escuchar el audio de la versión de "Congorito digo yo" de la agrupación Perú Negro y la canción "Cumanana" tema de característica de Victoria Santa Cruz.
  • Para sentir el pulso o beat es necesario marcarlo como "negra con punto" en un compás de 12 por 8.
  • El festejo tiene un patrón básico o célula rítmica, en el ejemplo 1 podrán observar también tres formas de solfeo rítmico.
  • En el ejemplo 2 se ha colocado el mismo patrón añadiendo los acentos principales.
  • El ejemplo 3 muestra el patrón básico simplificado en base a los acentos, en tres variaciones (a,b,c).
  • El ejemplo 4 muestra uno de los patrones de acompañamiento mas usados.
Cuando se haya terminado de revisar estas pautas podrán darse cuenta de lo divertido e interesante que es el ritmo de ¡FESTEJO!.

patrón básico de festejo para cajón peruano


elementos de la música

Los elementos de la música
Se trata del uso que le damos al sonido para expresar todo tipo de cosas. Se trata de un arte muy antiguo de comunicación. La música consta de muchos estilos, tantos como personalidades tiene la gente. Es el sistema que utilice el músico para componer el que determina, al fin y al cabo, el estilo musical.Veamos cuales son los elementos primordiales de los que consta la música:
La melodía
La melodía es el elemento de la música por el cual hacemos sonar una nota musical detrás de otra; de una en una. Las canciones llamadas melódicas son las que hacen más énfasis en la melodía. A ésta también se la conoce como frase musical.
Tenemos, por otro lado, una serie de instrumentos musicales que se les conoce como melódicos, ya que su carasterística principal es el hecho de que solo pueden hacer sonar un sonido detrás de otro. No pueden hacer sonar dos, tres… sonidos simultáneamente. Tenemos el clarineta, la trompeta, la flauta… y muchos otros.
La armonía
En contraposición a lo anterior, la armonía es el arte de combinar los sonidos de forma simultánea. En este caso, lo que hace el músico es hacer sonar más de un sonido a la vez: pueden ser dos, tres, cuatro, cinco… hasta seis sonidos simultáneos.
Gracias a la utilización de la armonía podemos evocar diferentes climas, como sensación de tensión, alegría, relajación, melancolía… De estos climas es precisamente de que se vale el cine para complementar sus producciones, sus películas.
Los instrumentos llamados melódicos son los que se usan para interpretar todo lo que la armonía puede proporcionarnos. Tenemos, por ejemplo, el acordeón, el piano, la guitarra… y todos los instrumentos musicales de teclado. Basta decir que estos instrumentos pueden ejecutar más de un sonido a la vez.
El ritmo
El ritmo también es un elemento indispensable de la música, y muy característico para cada estilo musical. Se trata de la distribución, a lo largo de la obra musical, de la duración de los distintos sonidos.
Existe un ritmo que hace de plantilla; es como un comodín. Es lo que se conoce como compás. El compás es lo que solemos marcar con el pie cuando estamos escuchando una canción pegadiza. No es más que algo innato que hemos aprendido, y se usa para organizar la música escrita; y como referencia a la hora de ejecutar los sonidos.

El compás está divido en tiempos, que son los segmentos regulares en el tiempo que se marcan con el metrónomo. Cada zapatazo contra el suelo que damos al marcar el compás es un tiempo. Es importante saberlo porque los tiempos se consideran como la unidad en la que se divide el ritmo.

miércoles, 18 de mayo de 2016

WARMA KUYAY

 “WARMA KUYAY”

(Amor de niño)
     Noche de luna en la quebrada de Viseca.
Pobre palomita, por donde has venido, buscando la arena, por Dios, por los suelos.
     -¡Justina! ¡Ay, Justina!
     En un terso lago canta la gaviota, memorias me deja de gratos recuerdos.
     -¡Justinay,  te pareces a las torcazas de Sauciyok’!
     -¡Déjame, niño, anda donde tus señoritas!
     -¿Y el kutu? ¡Al Kutu le quieres, su cara de sapo te gusta!
     -¡Déjame, niño Ernesto! Feo, pero soy buen laceador de vaquellas y hago temblar a los novillos de cada zurriago. Por eso Justina me quiere.
     La cholita se rió, mirando al Kutu; sus ojos chispeantes como dos luceros.
     -¡Ay Justinacha!
     -¡Zonzo, niño zonzo! –habló Gregoria, la cocinera.
     Caledonia, Pedrucha, Manuela, Anitacha… soltaron la risa, gritaron a carcajadas.
     -¡Niño zonzo!
     Se agarraron de las manos y empezaron a bailar en ronda, con la musiquita de Julio el charanguero. Se volteaban a ratos, para mirarme, y reían. Yo me quedé fuera del círculo, avergonzado, vencido para siempre.
     Me fui hacia el molino viejo; el blanqueo de la pared parecía moverse, como las nubes que correteaban en las laderas de“Chawala”. Los eucaliptos de la  huerta sonaban  con ruido largo e intenso: sus sombras se tendían hasta el otro lado del río. Llegué al pie del molino, subí a la pared más alta y miré desde allí la cabeza del “Chawala”: el cerro, medio negro, recto, amenazaba caerse sobre los alfalfares de la hacienda. Daba miedo  por las noches; los indios nunca lo miraban a esas horas y en las noches  claras conversaban siempre dando la espalda al cerro.
     -¡Si te cayeras de pecho, tayta “Chawala”, nos moriríamos todos!
     Al medio del Witron  Justina empezó otro canto:
                    Flor de mayo, flor de mayo,
                    flor de mayo, primavera,
                    por qué no te libertaste
                    de esa tu falsa prisionera.
     Los cholos se habían parado en círculo y Justina cantaba al medio. En el patio inmenso, inmóviles sobre el empedrado, los indios se veían como estacas de tender cueros.
     -Ese puntito negro que está al medio de Justina, y yo la quiero, mi corazón tiembla cuando ella se ríe, llora cuando sus ojos miran al Kutu. ¿Por qué, pues, me muero por ese puntito negro?
     Los indios volvieron a zapatear en ronda. El charanguero daba vueltas alrededor del círculo, dando ánimo, gritando como porto enamorado. Una paca-paca empezó a silbar desde un sauce que cabeceaba a la orilla del río; la voz del pájaro maldecido daba miedo. El charanguero corrió hasta el cerco del patio y lanzó pedradas al sauce; todos los cholos le siguieron. Al poco rato el pájaro voló y fue a posarse sobre los duraznales de la huerta; los cholos iban a perseguirle, pero don Froylán apareció en la puerta del Witron.
     -¿Largo! ¡A dormir!
     Los cholos se fueron en tropa hacia la tranca del corral; el Kutu se quedó solo en el patio.
     -¡A ese le quiere!
     Los indios de don Froylán se perdieron en la puerta del caserío de la hacienda y don Froylán entró al patio tras de ellos.
     -¡Niño Ernesto! –llamó el Kutu.
     Me bajé al suelo de un salto y corrí hacia él.
     -Vamos, niño.
     Subimos al callejón por el lavadero de metal que iba desmoronándose en un ángulo del Witrón; sobre el lavadero había un tubo inmenso de fierro y varias ruedas, enmohecidas, que fueron de las minas  del padre de don Froylán.
     Kutu no habó nada hasta llegar a la casa de arriba.
     La hacienda era de don Froylán y de mi tío; y el resto de la gente fueron al escarbe de papas y dormían en la chacra, a dos leguas de la hacienda.
     Subimos las gradas, sin mirarnos siquiera, entramos al corredor, y tendimos allí nuestras camas para dormir alumbrados  por la luna. El Kutu se echó callado; estaba triste y molesto. Yo me senté al lado del cholo.
     -¡Kutu! ¿Te ha despachado Justina?
     -¡Don Froylán le ha abusado, niño Ernesto!
     -¡Mentira, Kutu, mentira!
     -¡Ayer no más le ha forzado; en la toma de agua, cuando fue a bañarse con los niños!
     -¡Mentira, Kutullay,  mentira!
     Me abracé al cuello del cholo. Sentí miedo; mi corazón parecía rajarse, me golpeaba. Empecé a llorar, como si hubiera estado solo, abandonado en esa quebrada oscura.
     -¡Déjate,  niño! Yo, pues, soy “endio”, no puedo con el patrón. Otra vez, cuando seas “abogau”, vas a fregar a don Froylán.
Me levantó como a un becerro tierno y me echó sobre mi catre.
-¡Duérmete, niño! Ahora le voy a hablar a Justina para que te quiera. Te vas a dormir otro día con ella ¿quieres, niño? ¿Acaso? Justina tiene corazón para ti, pero eres muchacho todavía; tienes miedo porque eres niño.
Me arrodillé sobre la cama, miré al “Chawala” que parecía terrible y fúnebre en el silencio de la noche.
-¡Kutu, cuando sea grande voy a matar a don Froylán!
-¡Eso sí, niño Ernesto! ¡Eso sí, mak’tasu!
La voz gruesa del cholo sonó en el corredor como maullido del león  que entraba hasta el caserío en busca de chanchos. Kutu se paró; estaba alegre, como si hubiera tumbado al puma ladrón.
-Mañana llega el patrón. Mejor esta noche vemos a Justina. El patrón seguro te hace dormir en su cuarto. Que se entre la luna para ir.
Su alegría me dio rabia.
-¿Y por qué no matas a don Froylán? Mátale con tu honda, Kutu desde el frente del río, como si fuera puma ladrón.
-¡Sus hijitos, niño!  ¡Son nueve! Pero cuando seas abogau ya estarán grandes.
-¡Mentira, Kutu, mentira! ¡Tienes miedo como mujer!
-No sabes nada niño. ¿Acaso no he visto? Tienes pena de los becerritos, pero a los hombres no los quieres.
-¡Don Froylán! ¡Es malo! ¡Los que tienen hacienda son malos hacen llorar a los indios como tú; se llevan las  vaquitas de los otros, o las matan de hambre en su corral! ¡Kutu, don Froylán es peor que toro bravo! ¡Mátale, no más, Kutucha, aunque sea con galga, en el barranco de Capitana.
-¡Endio no puedes niño! ¡Endio no puede!
¡Era cobarde! Tumbaba a los padrillos cerriles, hacía temblar a los potros, rajaba a látigos el lomo de los aradores, hondeaba desde lejos a las vaquillas de los potros cholos cuando encontraba a los potreros de mi tío, pero era cobarde. ¡Indio perdido!
Lo miré de cerca; su nariz aplastada, sus ojos casioblicuos, sus labios delgados, ennegrecidos por la coca. ¡A este le quiere! Y ella era bonita, su cara rosada siempre estaba limpia, sus ojos negros quemaban, no era como las otras cholas, sus pestañas eran largas, su boca llamaba al amor y no me dejaba dormir. A los catorce años yo la quería; sus pechitos parecían limones grandes, y me desesperaban. Pero ella era de Kutu, desde tiempo; de este cholo con cara de sapo. Pensaba en eso y mi pena se parecía mucho a la muerte. ¿Y ahora? Don Froylán la había forzado.
-¡Mentira, Kutu! ¡Ella misma, seguro ella misma!
Un chorro de lágrimas saltó de mis ojos. Otra vez el corazón me sacudía, como si tuviera más fuerza que todo mi cuerpo.
-¡Kutu! Mejor la mataremos los dos a ella ¿quieres?
El indio se asustó. Me agarró la frente; estaba húmeda de sudor.
-¡Verdad! Así quieren los mistis.
-Llévame donde Justina, Kutu! Eres mujer, no sirves para ella. ¡Déjala!
-¡Cómo no,  niño, para ti voy a dejar, para ti solito. Mira en Weyrala se está apagando la luna.
Los cerros ennegrecieron rápidamente, las estrellitas saltaron de todas partes del cielo; el viento silbaba en la oscuridad, golpeándose sobre los duraznales y eucaliptos de la huerta; más abajo, en el fondo de la quebrada, el río grande cantaba con voz áspera.
Yo despreciaba al Kutu; sus ojos amarillos, chiquitos, cobardes, me hacían temblar de rabia.
     -¡Indio, muérete mejor. O lárgate a Nazca! ¡Allí te acabará la terciana, te enterrarán como a perro!
     Pero el novillero se agachaba no más, humilde, y se iba al Witron, a los alfalfares, a la huerta de los becerros, y se vengaba en el cuerpo de los animales de don Froylán, al principio yo lo acompañaba. En las noches entrábamos, ocultándonos, al corral; escogíamos los becerros más finos, los más delicados; Kutu se escupía las manos, empuñaba duro el zurriago, y rajaba el lomo a los torillitos. Uno, dos, tres…cien zurriagazos; las crías se retorcían en el suelo, se tumbaban de espaldas, lloraban, y el indio seguía encorvado, feroz. Y yo me sentaba en un rincón y gozaba. Yo gozaba.
     -¡De don Froylán es, no importa! ¡Es de mi enemigo!
     Hablaba en voz alta para engañarme, para tapar el dolor que encogía mis labios e inundaba mi corazón.
     Pero ya en la cama, a solas, una pena negra, invencible, se apoderaba de mi alma, y lloraba dos, tres horas. Hasta que una noche mi corazón se hizo grande, se hinchó. El llorar no bastaba; me vencían la desesperación y el arrepentimiento. Salté de la cama, descalzo, corrí hasta la puerta; despacito abrí el cerrojo y pasé al corredor. La luna ya había salido; su luz blanca bañaba la quebrada; los árboles rectos, silenciosos, estiraban sus brazos al cielo. De dos saltos bajé al corredor y atravesé corriendo el callejón empedrado, salté la pared del corral y llegué junto a los becerritos. Ahí estaba “Zarinacha”, la víctima de esa noche, echadita sobre la bosta seca con el hocico en el suelo ; parecía desmayada; me abracé a su cuello; la besé mil veces en su boca con olor a leche fresca, en sus ojos negros y grandes.
     -¡Ninacha, perdóname! ¡Perdóname, mamaya!
Junté mis manos y, de rodillas, me humillé ante ella.
-Ese perdido ha sido, hermanita, yo no. ¡Ese Kutu, canalla, indio perro!
La sal de las lágrimas siguió amargándome largo rato.
Zarinacha me miraba seria, con su mirada humilde, dulce.
-¡Yo te quiero, ninacha; yo te quiero! Y una ternura sin igual, pura, dulce, como la luz en esa quebrada madre, alumbró mi vida.
A la mañana siguiente encontré al indio en el alfalfar de Capitana. El cielo estaba limpio y alegre, los campos verdes llenos de frescura. El Kutu ya se iba, tempranito a buscar “daños” (9) en los potreros de mi tío, para ensañarme contra ellos.
-Kutu vete de aquí . En Visecas ya no sirves. Los comuneros se ríen porque eres maula.
Sus ojos opacos me miraron con cierto miedo.
-¡Asesino también eres, Kutu! ¡Un becerrito es como una criatura. ¡Ya en Viseca no sirves, indio!
-¿Yo no más, acaso? Tú también. Pero mírale al tayta Chawala: diez días más atrás me voy a ir.
Resentido, penoso como nunca, se largó a galope en el bayo de mi tío.
Dos semanas después, Kutu pidió licencia y se fue. Mi tía lloró por él, como si hubiera perdido un hijo. Kutu tenía sangre de mujer; le temblaba a don Froylán, casi a todos los hombres les temía. Le quitaron su mujer y se fue a ocultar después en los pueblos del interior, mezclándose con las comunidades de Sondando; Chacrilla … ¡Eres cobarde!
Yo sólo me quedé junto a don Froylán , pero cerca de Justina, de mi Justinacha ingrata. Yo no fui desgraciado. A la orilla de ese río espumoso, oyendo el canto de las torcazas  y de las tuyas , yo vivía sin esperanzas; pero ella estaba bajo el mismo cielo que yo, en esa misma quebrada que fue mi nido; contemplando sus ojos negros oyendo su risa, mirándola desde lejitos, era casi feliz, porque mi amor por Justina fue un “Warma kuyay” y yo creía tener derecho todavía sobre ella; sabía que tendría que ser de otro, de un hombre grande, que manejara ya zurriago, que echara ajos roncos y peleara a látigos en los carnavales.
Y como amaba a los animales, las fiestas indias, las cosechas, las siembras con  música y jarawi, vivía alegre en esa quebrada verde y llena de calor amoroso del sol. Hasta que un día me arrancaron de mi querencia para traerme a este bullicio, donde gentes que no quiero, que no comprendo.
El Kutu en un extremo y yo en otro. Él quizá habrá olvidado: está en su elemento, en un pueblecito tranquilo, aunque maula, será el mejor amansador de potrancas, y le respetarán los comuneros. Mientras yo, aquí vivo amargado y pálido, como un animal de los llanos fríos, llevado a la orilla del mar, sobre los arenales candentes y extraños.
                                                            (José María Arguedas) 



VOCABULARIO:
Abusar: violentar sexualmente
barranco: abismo, precipicio
bayo: caballo blanco amarillento
bosta: excremento del ganado
bullicio: ruido fuerte
charanguero: el que toca el charango
chispear: brillar
despachar:  arrojar
 daño: se dice cuando un animal entra  a una chacra ajena
en tropa:  en grupo
estaca: palo con puntada  clavado en la tierra
forzar:  tener sexo a la fuerza
fúnebre: macabro
galga: piedra grande
jarawi:  poema- canción quechua
laceador: el que atrapa  a los animales con un lazo
lucero:  astro luminoso
mak tasu:  joven fuerte
maula: cobarde
misti: señor blanco poderoso
paca-paca:  pájaro de la sierra
quebrada: abismo
querencia: lugar amado
terciana: fiebre
torcaza:  paloma
torillito: becerrito
tuya: árbol de hoja verdes
warma kuyay: amor de niño
witron:  patio grande
zurriago: látigo o azote
zurriagazo: latigazo